martes, 18 de mayo de 2010

Al Olvido in Memoriam


“No entiendes el valor de un recuerdo hasta que te enfrentas cara a cara con el olvido.”
(La Redonda)
Vivimos con el olvido merodeando entre nuestros recuerdos, nos asombramos de aquello que tenemos en la punta de la lengua pero que no podemos recordar, reafirmamos diariamente todo aquello que quisiéramos olvidar, nos preguntamos si nos habrán olvidado, prometemos nunca olvidar y en el nombre de la memoria de nuestros seres queridos juramos nuestras verdades y nuestras mentiras…; pero todas estas expresiones no son más que distintas proyecciones de nuestros “recuerdos”; en esencia, diferentes formas de expresar la presencia de un recuerdo.
Mario de Benedetti dice sobre el olvido:

“El Olvido es un simulacro de fantasmas. Nadie puede olvidar; aunque así lo quiera.
El Olvido no es un depósito desierto, ni una cosecha de la nada; el amor, el desamparo, las lealtades y las traiciones no se borran. La esperanza es una forma de recuerdo y el olvido está lleno de memoria.”

Una magnifica definición de lo que nosotros interpretamos como olvido desde el recuerdo.
Pero convivir con el olvido desde la patología, es mucho menos poético de lo que parece, y es que es justamente ahí en donde lo racional se desgrana y no hay razón capaz de comprender la lógica del olvido.
Olvidar (técnicamente hablando), es una acción completamente involuntaria que consiste en dejar de recordar o de guardar en la memoria una información adquirida.
Nuestra voluntad (por más motivada que se encuentre, ya sea desde el más profundo amor o desde el odio más aguerrido) no tiene ningún alcance sobre el olvido.
Nadie recuerda un olvido, pero si evocamos recuerdos, por lo que la palabra olvido y su cotidiana realidad significativa entre nosotros es una forma más de evocar un recuerdo.
La memoria está estrechamente ligada con el aprendizaje; desde que nacemos estamos aprendiendo acciones y movimientos que gracias a nuestra memoria se internalizan y se automatizan a tal punto, que realmente llegamos a creer que todo lo almacenado está ahí en nuestro cerebro desde siempre y para siempre.
Tan maravilloso es nuestro diseño, que en su funcionamiento normal (y con normal defino a la capacidad de percibir la realidad tal lo establecido por nosotros mismos) ni siquiera nos percatamos del mecanismo, ni siquiera se nos ocurre pesar en cómo opera el mecanismo.
Lo cierto es que el aparato “memoria” trabaja las 24 horas del día para nosotros.
Un acto tan sencillo como puede ser lavarse los dientes, que tenemos tan automatizado y que somos capaces de realizarlo pensando en otras cosas o atendiendo a otros asuntos, se lo debemos a la capacidad de almacenamiento de aprendizajes de nuestra memoria. La repetición del acto, es justamente lo que automatiza la acción y hasta la perfecciona, pero no indica que la memoria no haga su trabajo de evocación.
Así como memoria está ligada al aprendizaje, también lo está a la capacidad de discernir, al poder de razonamiento y de pensamiento, a nuestra atención y a nuestra conciencia, o sea, a todas nuestras funciones psíquicas, que si bien todas son maravillosas individualmente, solo valen en su funcionamiento integral.
La memoria nos permite manejar el pasado en el presente, es nuestra individual máquina del tiempo. En la memoria se encuentra el sentimiento de propio de personalidad, porque es quien instituye la continuidad de nosotros mismos en el tiempo y asimismo es quien nos permite una noción del futuro integrado, ya que resume toda la experiencia y la antepone al porvenir.
En la memoria se distinguen 4 etapas: fijación, conservación, evocación y localización.
La fijación cumple su cometido cuando existe en la consciencia un total estado de lucidez en el momento de la aprehensión.
Pero una vez que se ha efectuado el proceso de fijación, es totalmente necesaria la conservación del mismo, lo que finalmente constituye a la memoria como tal. La conservación es un acto silencioso en el cual no tenemos participación alguna.

La actualización de una experiencia puede ser involuntaria mediante un acto perceptivo espontáneo, o voluntariamente con una clara sensación de esfuerzo.
Esto es la evocación propiamente dicha.
Todos los recuerdos tienen una existencia virtual, pero solo por medio de la actualización obtienen realidad, y es entonces que son recuerdos.
La evocación es la única prueba real que disponemos para comprobar que algo ha sido realmente fijado y conservado.
El recuerdo se completa en el instante en que podemos ubicarlo en tiempo y espacio, y trae consigo una parte misma de nuestra historia, que transforma al recuerdo en la reproducción total de un estado de conciencia.
Olvidar es parte necesaria y fundamental en nuestra memoria, porque permite que pueda existir un juego dinámico de equilibrio mnémico ejerciendo su derecho de libertad selectiva.
Es importante destacar el papel determinante de las propiedades individuales de la memoria que pueden ser múltiples: mecánicas, lógicas, visuales, auditivas etc., puede prevalecer la fijación o la conservación, de todas formas un recuerdo está lejos de ser un calco fiel de la realidad, padece defectos de precisión, falsedad, recortes, o de falta de reconocimiento.
Las enfermedades mentales por lo general no hacen más exagerar y resaltar estas deficiencias naturales.
Entonces, la pérdida de memoria no se reduce al mero acto de no recordar un hecho en particular, sino que se trata de un desequilibrio global en las funciones psíquicas, que acarrea un déficit en efecto dominó.
No nos parece tan grave no recordar a alguien del pasado, o una compra que debimos hacer en el supermercado, pero ¿Qué pasaría si un día quisiéramos escuchar un CD y no recordamos cómo funciona el reproductor de música? Y peor aún, no sólo no lo recordamos sino que tampoco podemos volver a aprender su funcionamiento…, Y si el tiempo se hubiera detenido en un determinado año ¿y no avanzara en nuestro cerebro?
La paradoja del olvido es que no tiene lógica en el recuerdo; no sufre el olvido la perdida de recuerdos, más desgarra al recuerdo el olvido de la memoria.

1 comentario:

Anónimo dijo...

EXELENTE COMENTARIO SIN DUDA ES TAL CUAL LO DICHO AQUI, VER QUE LA REALIDAD SE DESVANECE PARA UNA PERSONA Y NO PODER HACER ABSOLUTAMENTE NADA PARA DETENER ESE PROCESO ES MUY TRISTE Y DEFINITIVAMENTE FRUSTRANTE...SOLO QUEDA EL AMOR HACIA ESA PERSONA Y EL ACOMPAÑARLA HASTA EL FINAL...ALEph.

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