martes, 18 de mayo de 2010

Un Post para el Olvido

“Hay que haber empezado a perder la memoria, aunque sea sólo a retazos, para darse cuenta de que esta memoria es lo que constituye toda nuestra vida. Una vida sin memoria no sería vida… Nuestra memoria es nuestra coherencia, nuestra razón, nuestra acción, nuestro sentimiento. Sin ella no somos nada…
(Viene por fin la amnesia retrógrada, que puede borrar toda una vida, como le sucedió a mi madre…)”


Luis Buñuel

Con este conmovedor y por demás aterrador fragmento de Luis Buñuel, es que el neurólogo Oliver Sacks empieza la historia de Jimmie G (El Marinero Perdido) en su maravilloso libro “El hombre que confundió a su mujer con un sombrero”

En las patologías de la memoria, existen una cantidad de amnesias muy variadas que se dividen en “Cuantitativas” y “Cualitativas”, dentro de estas últimas se encuentran dos patologías devastadoras: El “Síndrome de Korsakoff” y el “Mal de Alzheimer” , ambas irreversibles, trágicas y definitivas como la frase de Buñuel, pero por más que el final de un camino sea terminante y definitivo el transcurrir del mismo presenta matices y variaciones...,esta es la historia de Jimmie G un paciente al que se le ha diagnosticado Síndrome de Korsakoff.



Corre el año 1975 pero la memoria de Jimmie ha quedado anclada en 1945, ahí se detuvo y no avanzo más.
Jimmie tiene 49 años, pero él cree que apenas tiene 19 y no puede comprender porque su hermano cuando lo visita luce tan avejentado.
Todos los recuerdos acumulados en su memoria hasta 1945 son precisos y Jimmie los relata con exhaustivo detalle, pero las pruebas efectuadas por el Dr. Sacks reconocen una pérdida extrema y sorprendente del recuerdo reciente, eso significa que cualquier cosa que escucha o le muestran solo es capaz de retenerla por tan solo uno cuantos segundos.
“Al parecer (comenta el Dr. Sacks) no era que no lograse registrar los datos en la memoria sino que las huellas en la memoria eran sumamente fugaces y podían borrarse al cabo de un minuto, menos con frecuencia, sobre todo si concurrían estímulos que compitiesen o que lo distrajesen, mientras que sus facultades intelectuales y perceptivas se mantenían y tenían un nivel bastante elevado.”

Después de conocer a Jimmie en una primera entrevista Dr. Sacks escribe en sus anotaciones:
“Yo me quede ahí torturado por las emociones… era descorazonador, era absurdo, era profundamente desconcertante, pensar en su vida perdida en el limbo, disolviéndose.
Esta digamos aislado en un momento solitario del Yo, con un foso o laguna de olvido alrededor… Es un hombre sin pasado (ni futuro), atrapado en un instante sin sentido que cambia sin cesar.
Bastaría conectar… pero ¿cómo podía conectar con él, y cómo podíamos ayudarle nosotros a hacerlo?

Me atrevo a afirmar, escribió Hume, que no somos más que un amasijo o colección de sensaciones diversas, que se suceden unas a otras con una rapidez inconcebible y que se hallan en un movimiento y en un flujo perennes…
En cierto modo (prosigue Sacks) él había quedado reducido a un yo “humeano”…, yo no podía evitar imaginarme lo fascinado que se habría quedado Hume al ver encarnada en Jimmie su propia quimera filosófica, la tosca reducción de un hombre a un mero flujo y un mero cambio desconectados, incoherentes.”

Pero en un incansable y por demás admirable afán de ayudar a Jimmie, Sacks entabla correspondencia con su colega el neurólogo ruso Alexander Luria, y respecto al caso de Jimmie este le escribe a Sacks:

“En un caso como este no hay recetas. Haga lo que su ingenio y su corazón le sugieran. Hay pocas esperanzas, puede que ninguna, de que se produzca una recuperación de la memoria. Pero un hombre no es sólo memoria. Tiene también sentimiento, voluntad, sensibilidad, yo moral… son cosas de las que neuropsicología no puede hablar. Y es ahí, más allá del campo de una psicología impersonal, donde puede usted hallar medios de conmoverlo y cambiarlo”.
Personalmente las palabras de Luria me conmovieron profundamente, así como la inagotable energía de Sacks en conservar siempre la esperanza, de que en algún punto una conexión es posible…
En un momento de la historia y después de muchos intentos fallidos de conexión con Jimmie, Sacks se encuentra con unas monjas en uno de los pasillos de la Residencia…, venía cavilando y preguntándose si realmente la enfermedad hubiese podido “desalmar” a Jimmie, y aprovechando el encuentro con las monjas les pregunto: “¿Ustedes creen que tiene alma?” y las monjas le respondieron: “Vaya a ver a Jimmie en la capilla y juzgue por Ud. mismo”.
Lo que viene a continuación es el relato de lo que Sacks vio:
“Quede conmovido, profundamente conmovido e impresionado, porque vi entonces una intensidad y una firmeza de atención y de concentración que no había visto nunca en él y de la que no lo habría creído capaz. Lo observé un rato arrodillado, le vi comulgar y no pude dudar del carácter pleno y total de aquella comunión, la sincronización perfecta de su espíritu con el espíritu de la misa. Plena, intensa, quedamente, en la quietud de la intención y la concentración absoluta, entró y participó de la sagrada comunión. Estaba plenamente fijado, absorbido por un sentimiento. No había olvido, no había Korsakov entonces, ni parecía posible o concebible que lo hubiese; porque no estaba ya a merced de un mecanismo defectuoso y falible (el de las consecuencias sin sentido y los vestigios de la memoria), sino que estaba absorto en un acto, un acto de todo su ser, que aportaba sentimiento y sentido en una unidad y una continuidad orgánicas, una continuidad y una unidad tan inconsútiles que no podían admitir el menor quiebre.
Era evidente que Jimmie se encontraba a sí mismo, encontraba continuidad y realidad en el carácter absoluto del acto y la atención espiritual. Las monjas tenían razón: allí hallaba su alma. Y la tenía Luria cuyas palabras recordé entonces: “Un hombre no es solo memoria. Tiene sentimiento, voluntad, sensibilidad, yo moral… Es ahí… donde Ud. puede conmoverlo y producir un cambio profundo”. La memoria, la actividad mental, la mente sólo, no podrían fijarlo; pero la acción y la atención moral podían fijarlo plenamente.
Pero quizás “moral” sea un término demasiado limitado… porque en aquello se incluían también lo estético y lo dramático. Ver a Jimmie en la capilla me abrió los ojos a otros campos donde se convoca al alma y se fija y apacigua en atención y comunión. La música y el arte provocaban la misma intensidad de atención y de absorción: comprobé que Jim no tenía ningún problema para seguir la música o piezas dramáticas sencillas, porque cada instante de música y arte contiene otros instantes, remite a ellos.”

Por último la conclusión de Sacks que me es imposible no incluir en este Post...

“Hace ya nueve años que conozco a Jimmie y neurológicamente no ha cambiado en absoluto. Aún tiene un síndrome de Korsakov gravísimo, devastador, es incapaz de recordar cosas aisladas más de unos segundos y tiene una profunda amnesia que se remonta hasta 1945. Pero humana y espiritualmente es a veces un hombre completamente distinto, no se siente ya agitado, inquieto, aburrido, perdido, se muestra profundamente atento a la belleza y al alma del mundo, sensible a todas las categorías kierkegaardianas… y estéticas, a lo moral, lo religioso, lo dramático. La primera vez que le vi me pregunte si no estaría condenado a una especie de espuma humeana, una agitación carente de sentido sobre la superficie de la vida, y si habría algún medio de trascender la incoherencia de su enfermedad humeana. La ciencia empírica me decía que no…, pero la ciencia empírica, el empirismo, no tiene en cuenta al alma, no tiene en cuenta lo que constituye y determina el Yo personal. Quizás haya aquí una enseñanza filosófica además de una enseñanza clínica: que en el síndrome de Korsakov o en la demencia o en otras catástrofes similares, por muy grandes que sean la lesión orgánica y la disolución humeanas, persiste la posibilidad sin merma de reintegración por el arte, por la comunión, por la posibilidad de estimular el espíritu humano: Y éste puede mantenerse en los que parece, en principio, un estado de devastación neurológica sin esperanza”.
Sin lugar a dudas el proceso y el camino que Sacks transita junto a Jimmy es maravilloso, filosófico y hasta poético…, pero seguramente su mayor conclusión nos revela que Buñuel con su conmovedora sentencia inicial no estaba tan acertado, no todo siempre termina en el tribunal de la lógica y la razón, siempre se puede ayudar, siempre existe una luz, un indicio, un destello por el cual luchar, un punto donde conectar con el otro aunque sea por un ratito, aún a sabiendas de que volverá el olvido venciendo a su paso la voluntad del recuerdo, pero como bien dijo Luria “Un hombre no es solo memoria, también es sentimiento…” y mientras se pueda recordar una sonrisa, el abrazo del desamparo no tiene lugar.

Todo este trabajo de búsqueda, de investigación y de transcripción de textos está dedicado a todas aquellas personas que conviven con el olvido desde el recuerdo, que ven en las personas algo más que sus recuerdos... y por supuesto a mi madre para quien hasta el último instante sere todas sus sonrisas y sus recuerdos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

SIMPLEMENTE SENCILLO,SIMPLE Y REAL,SERA LA FUERZA DE CORAZON Y NO DE LA RAZON LA QUE MAECA EL CAMINO DE SUS VIDAS A ESAS PERONAS,NO SE PUEDE DEJAR DE SER LO QUE UNO FUE Y ES,POR QUE ESO EXISTIO Y ES REAL AUQUE SEA PARA LOS DEMAS...ALEph.

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